La construcción tradicional o vernacular es aquella que se adapta al microclima y al paisaje de una región geográfica concreta. Se caracteriza por ser un tipo de construcción de diseño anónimo, creado por miles de autoconstructores que durante siglos depuran y mejoran colectivamente un modelo buscando la economía, la durabilidad y la eficiencia. Y que habitualmente acaba integrandose en el paisaje y aportandole belleza.
Estamos tan habituados a pensar que para construír una casa hace falta un arquitecto que sorprende saber que al menos un 90% de todo lo construído en el pasado y en el presente es vernacular, básicamente por autoconstructores y maestros de obra locales. Tan solo alrededor del 5-10% ha sido diseñado por arquitectos.
Los edificios se construyen de distintas maneras, en un proceso parecido a la selección natural de las especies, hasta que el tiempo y los errores constructivos o diseños deficientes caen por su propio peso, a veces literalmente. De ahí el que la construcción tradicional sea, por definición, conservadora: solo los diseños probados en el tiempo nos garantizan su estabilidad futura.
(Img: curso de pared seca de Artifex en Deià, una técnica constructiva tradicional que en Mallorca alcanzó una gran sofisticación técnica.)
La construcción tradicional o vernacular es aquella que se adapta al microclima y al paisaje de una región geográfica concreta. Se caracteriza por ser un tipo de construcción de diseño anónimo, levandada por generaciones de autoconstructores que durante siglos depuran y mejoran colectivamente un modelo. Al contrario que lo que pudiera parecer, esta falta de "firma personal" no impide que las arquitecturas tradicionales tengan un diseño tan carácterístico que, de una simple mirada, nos permite identificar la zona y franja climática a la que pertenece. Esto se debe por una parte al uso de los materiales locales disponibles (techos de pizarra en la montaña, techos de teja en el llano, techos de paja en el trópico) , a la constatación de su eficiencia climática (la pizarra negra absorbe el escaso calor del sol de invierno en el pirineo, el techo de paja detiene el intenso calor tropical) y a su eficiencia (materiales duraderos pero difíciles de trabajar como la piedra, materiales poco duraderos per fáciles de trabajar como la paja).
(Img: Paisaje mallorquín modulado por las "marjades", terrazas de contención que permiten el cultivo en pendiente. Banyalbufar.)
Esto genera dos propuestas constructivas muy interesantes en términos de sostenibilidad:
- Construcción de alta huella ecológica inicial (puente romano de piedra) pero de bajo mantenimiento (las piedras del puente duran siglos y pueden reutilizarse para construír otra estructura)
- Construcción de baja huella ecológica inicial y alto mantenimiento (la paja requiere poco trabajo pero el techo debe renovarse cada pocos años)
(Img: Puente romano de Pollensa)
El diseño en la construcción tradicional evoluciona gracias a familias de constructores que heredan tradicionalmente el oficio de sus padres. Esto permite que a base de simple observación empírica, filtrar y seleccionar las mejores opciones. Por ejemplo, el diseño que hizo el abuelo, con el tiempo generó grietas o humedades que su hijo tuvo que corregir y la experiencia adquirida llevó al nieto a validad y adoptar la solución técnica al problema.
Estas sagas de pequeños constructores dirigen las obras y se encargan personalmente de los elementos más complejos (arcos, bóvedas, puertas...) mientras los propietarios realizan los trabajos menos complicados y de paso aprenden las técnicas.
El resultado es que se genera un sólido conocimiento constructivo diseminado en las comunidades que proporcionan un buen nivel medio de ejecución y actua como colchón o amortiguador en el caso que estos constructores especializados desaparezcan o emigren a otras zonas.